Donald Trump es un peligro para México

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Se dice comúnmente que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. Esto será doblemente cierto en este segundo periodo de Trump. El viene de nuevo a poner los intereses del imperio por delante.

DONALD TRUMP ES UN PELIGRO PARA MÉXICO

Sergio Alberto Cervantes

El recientemente electo 47° presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es un político atípico en la historia de los Estados Unidos que representa un ala radical de ultraderecha dentro del partido republicano. Nacido en 1946 en el barrio de Queens, de la ciudad de Nueva York, alcanzó por primera vez la presidencia de los Estados Unidos en el año 2017 y hoy está apunto de asumir su segundo mandato no consecutivo, hecho inusitado que ni Theodore Roosevelt pudo conseguir al frente de su Partido Progresista.

El Partido Republicano es el segundo partido político más antiguo en los Estados Unidos; fue fundado en 1854 en Wisconsin, en la sección del norte estadunidense con el objetivo de poner una barrera al expansionismo de la esclavitud fomentado por la sección sureña de este país. Su máximo líder lo fue el presidente Abraham Lincoln, quien encabezó la defensa de la Unión ante los intentos separatistas de los estados sureños, lo cual dio pie a la Guerra Civil en 1861.

Es necesario precisar que este partido, con el paso del tiempo, se caracterizó por su estrecha conexión con los grandes empresarios del país y con las clases medias conocidos como trabajadores de cuello blanco o protestantes blancos descendientes de europeos septentrionales. Su base electoral se concentraba en la población de los estados más progresistas en materia de derechos civiles y que reflejaban un desarrollo industrial acelerado. 

El Partido Republicano, de defensor de los derechos civiles de la minoría étnica afroamericana, pasó en el siglo XX a convertirse en un partido ligado a grupos de supremacismo blanco, ultranacionalistas que apostaban por la no cooperación de su país en la resolución de los conflictos internacionales, pero sí por la conservación de su papel como potencia imperial mediante el uso de la fuerza en primera y última instancia.

Todos se preguntan cómo pudo, entonces, Trump, siendo candidato del Partido Republicano, ganarse el apoyo de las minorías étnicas, (negros y latinos), de los trabajadores de cuello azul, tradicionales votantes demócratas, de las mujeres, siendo él un típico representante de los guerreristas alfa y, en fin, de todas las capas de la sociedad salvo el de la comunidad LGBT.

La respuesta a la anterior pregunta se encuentra en la ruptura que Trump realizó con la clase política tradicional ligada al sistema bipartidista. El borró todas las identidades y filiaciones e hizo coincidir a su lado a ricos y pobres, gente blanca y de color, gente del campo y la ciudad, mujeres y hombres, viejos y jóvenes, con su llamado mega populista de devolverle la grandeza imperial a su país y, en consecuencia, el bienestar de vida perdido por las políticas liberales y globalistas de los demócratas.

Para conseguirlo, Trump ha prometido no titubear para poner tras de sí a todos sus aliados tradicionales en todas las regiones del orbe. En el caso de América Latina y, sobre todo, México, el neo imperialismo trumpista no está dispuesto a hacer ninguna concesión de tipo “soberanista” a estos territorios, considerados por el Estado norteamericano como una extensión del suyo, desde 1823, cuando se promulgó la Doctrina Monroe.

Se dice comúnmente que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. Esto será doblemente cierto en este segundo periodo de Trump. El viene de nuevo a poner los intereses del imperio por delante, por lo que no piensa tolerar una mayor penetración de su acérrimo rival, China, en la región. El gobierno de la presidenta Claudia Sheimbaum tendrá que enfrentar esta embestida imperialista del trumpismo con mucha entereza y saneando, en principio, de pies a cabeza su “casa”. La Operación Enjambre es un signo positivo, pero no suficiente. Tendrá que hacer algo más al interior de su partido y dentro de su misma administración si quiere salir avante del desafío que se le presenta. 

Donald Trump definitivamente es un peligro para México. Viene con todo. Buscará doblar a este gobierno y hacerlo romper compromisos y acuerdos establecidos con otras naciones. El pretexto será el mismo, pero ahora corregido y aumentado: México no realiza los esfuerzos suficientes contra la migración ilegal y México no colabora con efectividad en el combate al narcotráfico.

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