El Secuestro de Nuestra Juventud
Publicado el , y escrito por:Recientemente apareció una noticia acompañada de una fotografía que reveló en sí misma el grave problema al que se enfrenta nuestro país y nuestra ciudad capital del estado de Sinaloa, Culiacán.

Recientemente apareció una noticia acompañada de una fotografía que reveló en sí misma el grave problema al que se enfrenta nuestro país y nuestra ciudad capital del estado de Sinaloa, Culiacán.
En dicha nota se informaba de la detención de un nutrido grupo de jóvenes en el interior de uno de los moteles que se encuentran a la salida norte de nuestra ciudad. Se hicieron perseguir, se refugiaron ahí y los detuvieron con un impresionante cargamento de fusiles de asalto AK 47 con sus cartucheras repletas de balas.
Lo impactante no reside en eso, en el tamaño del armamento y su letalidad, sino en la juventud extrema de quienes eran sus portadores; de estas personas que patrullaban las calles como combatientes buscando abatir a sus enemigos en un estado de guerra intermitente que va para los seis meses.
Caras de niños con cuerpos escuálidos se vieron aparecer en esa fotografía, con una edad que podría oscilar entre los 15 y 20 años. Pantalón de mezclilla ajustado y camisetas Hugo Boss pegadas al cuerpo formaban parte de la típica indumentaria que ya los caracteriza.
En la película La Caída, protagonizada por el mítico actor suizo Bruno Ganz y que reproduce los últimos 40 días de vida de Hitler refugiado en su búnker en Berlín, en una escena, uno de sus generales le advierte que van a morir muchos jóvenes si se echaba a andar un plan que proponía Hitler, a lo cual este responde con toda naturalidad viendolo a los ojos muy serio:"para eso son los jóvenes".
El infierno ya nos alcanzó. ¿Cuándo y quién decidió que nuestros jóvenes están hechos para morir en las infames garras del narcotráfico? ¿Cómo se llegó hasta este grado de enajenación en ellos que no pueden ver qué están siendo vilmente utilizados como carne de cañón por los grupos criminales?
Esto demuestra que como sociedad hemos fallado en proteger a nuestra juventud. La "educación" que reciben en las calles, el entorno "cultural" en el que están inmersos, el poco atractivo que despierta transitar por nuestro sistema educativo público, postrado hasta la ignominia por la corrupción y la ineficiencia, han sido el caldo de cultivo que está convirtiendo a nuestros jóvenes en una especie de zombis, sin voluntad ni discernimiento propios.
Todos los políticos dicen que los jóvenes son el futuro de la patria, que ya llegó la hora de los jóvenes, que la decisión es suya para cambiar todas las cosas podridas en donde éstas se encuentren, que son el relevo generacional, pero en realidad es poco lo que cosechan y mucho lo que tienen que pagar en esta vida. Abusados, engañados, envilecidos hasta la saciedad, ven pasar los mejores años de sus vidas buscando alcanzar sus sueños, buscando una realización plena dentro de una sociedad que los utiliza para su mercado como objetos de consumo y piezas desechables en su tablero de ajedrez. Las oportunidades para asentarse en la vida y tener pronto un buen salario que les permita tener una vivienda y formar una familia equilibrada son escasisimas, lo que contrasta con la prédica que los adultos empoderados les transmiten y que consiste en repetirles el sonsonete de que el futuro está en sus manos.
Debemos rescatar a nuestros jóvenes de las garras del narcotráfico. Hacerles ver que hay otro camino por el que pueden transitar buscando su realización. Decirles que la cuesta es empinada, que nadie les regalará nada por lo que no hayan luchado y arrebatado a brazo partido. Ellos deben aprender por sí mismos, sin tutelas ni manipulaciones, a ganarse su espacio, a reclamar lo que es suyo, a no permitir que les hereden instituciones podridas que se caen a pedazos. Becas sí, programas de ayuda sí, pero no son suficientes si los adultos no aprenden a hacerse a un lado y a garantizarles espacios de conducción mediante políticas de acción afirmativa contundentes. Si la equidad de género llegó para quedarse, la equidad de edades, la equidad generacional lo debe hacer también.
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